Una motivación es trascendente cuando lo que
atrae es la satisfacción de necesidades ajenas, es decir, necesidades de otras
personas (por ejemplo, una madre que se levanta de madrugada para atender a su hijo
pequeño que llora).
La motivación trascendente satisface necesidades ajenas pero no caprichos ajenos,
por lo que una persona puede ser muy trascendente y, simultáneamente, muy
exigente.