La vida del proyecto suele fijarse un poco arbitrariamente en 10, 20 ó 30 años. A veces la vida tiene un período más realista y determinado por los condicionantes biológicos del proyecto. Por ejemplo, una plantación de melocotoneros, que se estima en 15 años, o una de olivar que, aunque no tiene claro cuando se debe sustituir la plantación, fijamos en 30 años. Si pudieramos aconsejar una cifra, nos parece que un horizonte de 10 años es el más adecuado a no ser que haya razones muy importantes que nos hagan variar este plazo.Lo que debemos hacer, una vez fijada esa vida del proyecto, es estimar lo más realistamente posible cuál va a ser el valor de las instalaciones al final de la vida del proyecto. Esto se consigue valorando cada elemento por separado (riego, naves, ganado,...). El valor que tienen todos los componentes al final del proyecto es lo que llamamos valor residual. Este valor se calcula tomando el valor inicial de un componente, por ejemplo, una nave y calculando cual será el valor 10 años despues (si son 10 años la vida del proyecto).
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